Han pasado muchos años desde que volvimos de Turín. Nuestra
estancia allí se debió a las prácticas
de Turismo que Elena y yo, Ainhoa, tuvimos que
hacer durante nuestro curso en el año 2009-2010, y aunque fueron pocos meses
(tan solo tres), reunimos muchísimas experiencias que, hoy por hoy, nos han
ayudado a crecer y a ver la vida con otros ojos.
Hemos decidido contar nuestra historia, historia que algún
día espero que continuemos desde donde lo dejamos, en un zulo/chamizo en Via Cernaia
(ya veréis porqué jajaja).
Antes
de empezar a contar nuestra historia situaremos dónde está Turín.
Turín se encuentra en en el norte de Italia
en la región del Piemonte (en castellano Piamonte).
Si miráis un mapa de Torino y buscáis la
situación de Via Cernaia podréis comprobar que está en pleno centro. Y
volviendo a lo del zulo, diréis… ¿un zulo en el centro? Pues lamento deciros
que sí, era un mini piso abuhardillado, el cual nos dará para abrir más
entradas al blog.
Esta es nuestra historia, y espero que a muchos de vosotr@s
os ayude a que vuestra estancia sea un pelín mejor y a que, bueno, disfrutéis
de las aventuras de dos chicas perdidas en Italia.
¿Por qué Turín?
Todo comenzó cuando estábamos casi a finales de terminar
nuestro curso de Turismo (Información y comercialización Turísticas). El
centro en el que estudiábamos ofertaba realizar las prácticas en el extranjero,
y cierto día nos preguntaron a cuantos de nuestra clase les gustaría irse fuera. Aquel
día yo, Ainhoa, estaba en casa pachucha, y me lo comunicaron por mensaje al móvil. En
esos momentos reaccioné pensando “bueno, como no me va a tocar, voy a decir que
sí, ¡total!”. Este pensamiento fue porque realmente había un cupo de gente para
salir fuera. A todo esto, me contestaron a los segundos, y acabé saltando por
casa como una loca. No me lo podía
creer, ¿yo fuera?
El caso es que no le di más vueltas, no lo pensé más. Sin
embargo cuando llegó la hora de despedirme de mi novio y mi familia, sí que
empecé a pensar en qué berenjenal me había metido.
Yo,
Elena, al igual que Ainhoa, dicho día en el que nos preguntaron sobre si nos
gustaría hacer las prácticas en el extranjero, pensé igual que ella “Venga digo
que sí que quiero (cosa que quería desde hacía muchísimo tiempo) si total no me
lo van a conceder”, con la suerte de que lo conseguí.
Tras
relajarme un poco de mí estado eufórico, de vuelta a casa llamé a mi prima para
darle la noticia. Seguidamente cuando entré por la puerta de casa fui directa a
la habitación de mis padres, dónde me puse a llorar como una loca, hasta que
conseguí mediar palabra y contárselo a
mi madre (que la pobre estaba alucinando porque no sabía que narices me pasaba,
jajaja) y nos pusimos las dos a lloriquear, por qué…¡¡¡¡ERA MI SUEÑO!!!! Ir al
extranjero a vivir y lo había conseguido.
Trabajo, alojamiento, billete…los preparativos del viaje
En principio, a cada una le había tocado una empresa en la
que trabajar. A Elena, le tocó una agencia de viajes, mientras que a mí,X. Y
digo X porque hasta que no llegué allí no tenía ni pajolera idea de qué tipo de
empresa era y a que se dedicaba, y menos los que dirigían el curso. Investigué en internet, pero no salía nada. Así que allí
iba a la pura aventura, pensando con medio carcajadas y preocupación, que no
fuera una empresa ilegal o algo parecido.
El trabajo por tanto ya estaba asegurado y solo nos faltaba
la casa, ¡Ay la casa!...
El alojamiento fue otro percal, que a medida que pasaban los
días se fue convirtiendo en un problema (y que a lo largo de los capítulos os
iremos contando)
El sistema de elección del alojamiento tenía dos opciones: o
te la buscas por tu cuenta mirando
páginas webs o te dejabas asesorar por el ayuntamiento de la ciudad. Nosotras
decidimos primero ver vía internet, pero el problema fue que solo accedíamos a
las que nos mostraban los pisos más caros, y esto fue porque no teníamos ni
idea de italiano.
Así que optamos por ver como era la opción que nos propuso la
delegada del ayuntamiento, la cual nos
mandó un link con fotografías del sitio. Cuando echamos un vistazo no nos
pareció un mal piso: tenía muebles de IKEA, más o menos limpio, no muy grande,
terraza…(Aquí tenéis el link http://www.torino-residence.com/gallery_en.htm). Después de pensarlo mucho
decidimos quedarnos con ese y pagar el precio de 600€/mes, electricidad aparte
pero con un llamativo servicio de limpieza todas las semanas.
El tema del dinero era otro asunto bastante importante.
Nosotras viajábamos con una beca ERASMUS, una beca muy bonita que solo podías
tocarla después de tu gran aventura. Por tanto nos tocó coger nuestros ahorros
o pedir un crédito (como en mi caso) para poder irnos allí. La segunda opción,
no fue tan alarmante como pudierais pensar, en realidad solo es pedir cierta
cantidad de dinero que sabes que luego te va a devolver el ministerio. Si acaso
son papeleos y bueno, si mal no recuerdo, el miedo a que no nos lo pudieran
dar.
¡El billete! Se nos olvidaba algo también indispensable…
jajaja. El billete de avión nos costó una pasta gansa. En aquellos tiempos
ninguna compañía aérea de bajo coste realizaba vuelos directos a Turín y
tuvimos que optar por Iberia (claro así nos costó tanto, Iberia no es muy
económica). Y eso que lo cogimos con antelación. Otra opción de vuelo era coger
Madrid-Milán Malpensa con compañía de bajo coste (como Easyjet) y después tomar
un autobús o tren a Turín. La verdad que no teníamos ni idea como mirar los
autobuses y demás, así que nos quitamos de problemas soltando el "money".
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