domingo, 15 de diciembre de 2013

Milán, ciudad de historia, arte y moda

Inauguramos otra sección dentro de nuestras aventuras con

 ¡MILÁN!

En uno de nuestros días libres de trabajo en Turín, tuvimos la oportunidad de ver esta maravillosa ciudad, todo gracias a Elena, que me regaló el viaje en tren por mi cumpleaños.

Exactamente, nuestro traslado tuvo lugar en tren, un tren que más bien parecía sacado de los suburbios de Nueva York: imaginaros un tren antiguo, de éstos que tienes que pasar de cabina en cabina por una puertecita –tipo cercanías de Madrid, vamos- y pieno di grafitti. ¡Una maravilla de arte andante! Nuestro viaje fue tranquilo, y en una hora u hora y media llegamos a nuestro destino.

La llegada fue directa a la estación de Milano central, en la que ya en 2009, tenías que pagar 0,50 céntimos para pasar al servicio una vez –nos gastamos 2 euros las dos, a la ida y a la vuelta- y como bien sabemos ya lo tenemos instaurado en Atocha.

La estación preciosa, ¡maravillosa!, con una decoración magnífica, y el metro igual de bueno que en Madrid, aunque no sé por qué, ¡te prohibían lo siguiente!:


¿Es que hay alguna tradición en Milán de ir descalzo por el metro? O algún loco suelto…

Lo primero que visitamos fue il Duomo di Milano, la catedral, preciosa por fuera de estilo gótico, cubierta de mármol e intrigante por dentro, con numerosos cuadros religiosos, estatuas de esqueletos y una cripta con tesoros. A lo mejor muchos de vosotros la habéis visto, y la tenéis en mente, pero, ¿os acordáis de una estatua en su interior de un señor...bastante terrorífico? Para los que no hayáis estado, la catedral de Milán contiene una estatua muy llamativa: un señor al cual se le ha arrancado la piel, pudiendo ver sus músculos. Es Bartolomé el Apóstol, el cual murió desollado vivo por no renunciar a la fe de su dios.




En los soportales de la misma piazza del duomo, nos tomamos un café machiato por 0,90 cént. Allí mismo se encuentra un arco triunfal que nos lleva a la Galería Vittorio Emanuele II: forma un edificio abovedado de cristal, en donde encontraremos numerosas tiendas lujosas, como joyerías.



Como todo el mundo sabe, Milán es una de las ciudades de la moda más importantes, y en ella discurre una sola calle dedicada a los comercios más caros, es la Via Montenapoleone con tiendas como Gucci, Pepe Jeans, Ralph Lauren, Dior o Giorgio Armani entre otras.




Para relajarnos y comer, Elena eligió un restaurante, Pizza Ok, que francamente os recomiendo: se pueden comer pizzas con un diámetro que llega a los 50 cm, y con un precio muy asequible.




Por la tarde, visitamos el Castello Sforza, cuya construcción comenzó en 1368. Destacan sus torres de 7 m de espesor y los museos que contiene su interior, como el Museo Egipcio, el Museo de Prehistoria y Protohistoria o el Museo de instrumentos musicales.





Por último, quisimos ver el famoso cuadro de La última cena de Leonardo Da Vinci. El cuadro se encuentra en el Cenacolo Vinciano, en el Refectorio de Santa Maria delle Grazie. Sin embargo, tuvimos que haber reservado con antelación por teléfono para ver la obra maestra. Os aconsejamos llamar con varias semanas e incluso meses antes de que vayáis.





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