Inauguramos otra
sección dentro de nuestras aventuras con
¡MILÁN!
¡MILÁN!
En uno de
nuestros días libres de trabajo en Turín, tuvimos la oportunidad de ver esta
maravillosa ciudad, todo gracias a Elena, que me regaló el viaje en tren por mi
cumpleaños.
Exactamente,
nuestro traslado tuvo lugar en tren, un tren que más bien parecía sacado de los
suburbios de Nueva York: imaginaros un tren antiguo, de éstos que tienes que
pasar de cabina en cabina por una puertecita –tipo cercanías de Madrid, vamos-
y pieno di grafitti. ¡Una maravilla de arte andante! Nuestro viaje fue
tranquilo, y en una hora u hora y media llegamos a nuestro destino.
La llegada fue
directa a la estación de Milano central, en la que ya en 2009, tenías que pagar
0,50 céntimos para pasar al servicio una vez –nos gastamos 2 euros las dos, a
la ida y a la vuelta- y como bien sabemos ya lo tenemos instaurado en Atocha.
La estación
preciosa, ¡maravillosa!, con una decoración magnífica, y el metro igual de
bueno que en Madrid, aunque no sé por qué, ¡te prohibían lo siguiente!:
¿Es que hay alguna
tradición en Milán de ir descalzo por el metro? O algún loco suelto…
Lo primero que
visitamos fue il Duomo di Milano,
la catedral, preciosa por fuera de estilo gótico, cubierta de mármol e
intrigante por dentro, con numerosos cuadros religiosos, estatuas de esqueletos
y una cripta con tesoros. A lo mejor muchos de vosotros la habéis visto, y la
tenéis en mente, pero, ¿os acordáis de una estatua en su interior de un
señor...bastante terrorífico? Para los que no hayáis estado, la catedral de
Milán contiene una estatua muy llamativa: un señor al cual se le ha arrancado
la piel, pudiendo ver sus músculos. Es Bartolomé el Apóstol, el cual murió
desollado vivo por no renunciar a la fe de su dios.
En los soportales de la misma piazza del duomo, nos
tomamos un café machiato por 0,90
cént. Allí mismo se encuentra un arco triunfal que nos lleva a la Galería Vittorio Emanuele II: forma
un edificio abovedado de cristal, en donde encontraremos numerosas tiendas
lujosas, como joyerías.
Como todo el
mundo sabe, Milán es una de las ciudades de la moda más importantes, y en ella
discurre una sola calle dedicada a los comercios más caros, es la Via Montenapoleone con tiendas
como Gucci, Pepe Jeans, Ralph Lauren, Dior o Giorgio Armani entre otras.
Para relajarnos y comer, Elena eligió un restaurante, Pizza Ok, que francamente os recomiendo: se pueden comer pizzas con un diámetro que llega a los 50 cm, y con un precio muy asequible.
Por la tarde, visitamos el Castello Sforza, cuya construcción comenzó en 1368. Destacan
sus torres de 7 m de espesor y los museos que contiene su interior, como el
Museo Egipcio, el Museo de Prehistoria y Protohistoria o el Museo de
instrumentos musicales.
Por último,
quisimos ver el famoso cuadro de La última cena de Leonardo Da Vinci.
El cuadro se encuentra en el Cenacolo
Vinciano, en el Refectorio de Santa Maria delle Grazie. Sin embargo,
tuvimos que haber reservado con antelación por teléfono para ver la obra
maestra. Os aconsejamos llamar con varias semanas e incluso meses antes de que
vayáis.
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